Aunque es historia reciente, no está muy claro ni quién se tomó el primer selfie tal como lo conocemos hoy, ni tampoco quién acuñó el nombre.
La autofoto, que pasó de ser una moda a ser la imagen predominante de internet, es ya el lenguaje de expresión por excelencia de la generación millennial.
Con la celebración, cada 21 de junio, del día internacional de esta técnica fotográfica o audiovisual, usuarios de las redes y medios de comunicación tratan de rastrear sus orígenes.
Algunos pregonan que la palabra selfie −anglicismo devenido en neologismo, que más o menos se traduce al español como “tú mismo (o yo mismo)” pero en diminutivo− nació en Australia en 2002, cuando un usuario de un foro de nombre Nathan Hope publicó en un foro del diario ABC on line una foto de su cumpleaños y escribió: “Lo siento por el enfoque, era un selfie”. Al menos así dice BBC que nació la palabra. Wikipedia concuerda.
El diario El País tiene otra versión. Asegura que el 16 de enero de 2011 la usuaria Jenny Lee subió por primera vez una foto a Instagram con el hashtag #selfie, aunque no da mayores detalles.
Sobre la primera autofoto hecha y publicada con las características millennial que requiere el término, BBC cita a la modelo Paris Hilton, quien presume de haber inventado el selfie con una serie de imágenes de sí misma junto a Britney Spears en 2006.
El medio británico se encarga de cuestionar la versión de la influencer, subrayando que mucho antes ya existían los autorretratos fotográficos y mostrando los del empresario estadounidense Robert Cornelius en 1839, de Anastasia de Rusia en 1914 frente a un espejo, del fotógrafo neoyorkino Joseph Byron junto a algunos colegas en 1920 y de un joven Frank Sinatra en 1939.
Algunas páginas de internet desechan a estos personajes de la historia como pioneros de la técnica porque dicen que un requisito indispensable para que sea de verdad un selfie es tomar la foto mientras se sostiene la cámara. Al parecer, de acuerdo con el decálogo −ni escrito ni oficial− de la técnica, simplemente ponerse frente a la lente no califica.
Mientras tanto, muchos selfies han logrado notoriedad mundial, como el de Ellen de Generes en los Oscars de 2014, el de Barack Obama por el cambio climático, el del Mars Rover o el de un guardaparques en el Congo con dos gorilas de pie.
La industria del selfie
La arrolladora fama de las autofotos hizo proliferar toda una industria a su alrededor. Es así como el selfie pasó de hacerse con el celular al revés, cuando estos equipos solo tenían cámara posterior, a la era de los palos del selfie para lograr mayor profundidad de campo, a las múltiples cámaras frontales y los lentes granangulares para imágenes en grupo.
La primera cámara frontal llegó al mercado en 2003 con el teléfono Ericsson Z1010, que, según dicen páginas especializadas, no la pensó con el objetivo de usarse para selfies sino para videoconferencias.
Este año, LG, Xiaomi y Huawei registraron patentes de nuevos celulares hasta con tres cámaras frontales, cada una para distintas utilidades y con distintos lentes y resolución. Samsung, por su parte, lanzó el Galaxy A80, un equipo móvil con tres cámaras traseras que giran 180º para convertirse en frontales y tomar selfies.
La capacidad de tomar mejores selfies, de forma más sencilla, con mayor resolución y varias opciones se ha convertido en un aspecto competitivo a la hora de llevar al mercado nuevos celulares.
Igualmente, en lo que respecta al software, las aplicaciones para intervenir, embellecer y editar los selfies están a la orden del día y son un imprescindible dentro de los celulares de la mayoría de los jóvenes adictos a la ya no tan nueva técnica fotográfica. De hecho, los grandes de la informática trabajan para optimizar sus recursos para realidad aumentada con los cuales esperan llevar las autofotos y los autovideos a otro nivel.