ANALISTAS ECONÓMICOS RENUNCIAN A SU ROL PARA CONVERTIRSE EN INFLUENCERS EN REDES SOCIALES

Redes

“Maduro está loco; debe ser sacado de Miraflores cuanto antes”. Esta fue una reacción en redes sociales la misma noche del viernes mientras el Presidente de la República hacía los anuncios económicos. No fue esta la postura de uno de los dirigentes políticos de la oposición ni de alguno de los exiliados en Miami, sino la del economista Ángel García Banchs, director de Econométrica.

Este botón de muestra (los hay para todos los gustos) demuestra un fenómeno que está ocurriendo: los analistas económicos son rehenes de la histeria del debate político y de la dinámica perversa de las redes sociales y de los medios digitales que intentan competir con estas. Por eso, sus análisis resultan cada vez más apresurados, sesgados y truculentos.

En el episodio que aún está en desarrollo, el de los anuncios y el arranque del Programa de Recuperación Económica impulsado por el Gobierno, esta característica ha quedado en evidencia. Presionados por la urgencia de la redes, obsesionados por ser trending topic, las mentes iluminadas de la ciencia económica terminan por ser tan improvisadas, superficiales y pantalleras como los dirigentes políticos o los periodistas que hacen cualquier cosa por la notoriedad.

Si se las compara objetivamente, la aseveración de García Banchs (que es un experto) no difiere mucho de una reacción propia de un dirigente político, como la de Henrique Capriles Radonski, quien escribió: “Según el régimen no habían recursos para ajustar el ingreso de los trabajadores y ahora anuncian que el salario mínimo pasa de 5.200.000 a 180 millones y, dicen que 1$ equivale a 6 millones ¡Campeones mundiales en desastre económico! ¡Maduro premio nobel de Economía!”.

¿Eso es análisis?

De entrada, muchos de los especialistas cometieron el pecado de irse de bruces. Ante un programa evidentemente dotado de complejidad, heterodoxo casi hasta el nivel del eclecticismo, se lanzaron a descalificarlo de antemano. Algunos ni siquiera esperaron a que el Presidente diera por concluida la cadena de radio y televisión. Antes de eso ya habían disparado algunos misiles en contra del plan.

Los analistas que usan las redes, especialmente los que son (o se creen) influencers, han aprendido que deben ser muy contundentes en sus apreciaciones para que les den “me gusta” o les hagan retuit. Esto hace comprensible que una persona con reputación de analista económico se tome la licencia de escribir lo primero que se le ocurre en torno a un asunto del que se supone que sus seguidores están esperando contenido de profundidad.

En un fenómeno propio de estas plataformas tecnológicas, las primeras tomas de posición marcan la pauta y condicionan a los que se han tomado un poco más de tiempo para opinar, es decir, los que tratan de verdad de analizar los temas. Como no pueden reiterar lo que ya se ha dicho, los de la segunda ola tienen que ser más ácidos, más críticos, más irreverentes. Así ha pasado en estos días con respecto al plan económico: ha dado origen a un torneo de vacuidades y de descalificaciones más cercanas al insulto que a la refutación de una propuesta concreta.

El análisis especializado se degrada velozmente y ya no se diferencia en nada de lo que pueden decir los políticos, las figuras de la farándula o cualquier ciudadano. Durante el fin de semana posterior a los anuncios de Maduro y previo a la reconversión, unos y otros se dedicaron a opinar que el plan fracasará dramáticamente.

Algunos llegaron al extremo de afirmar que fracasará simplemente porque los anteriores intentos han fracasado.

Los que se atrevieron a dar el beneficio de la duda o a encontrar algunos aspectos positivos, fueron inmediatamente lapidados como “colaboracionistas de la dictadura” y, por tanto, obligados a callar o a asumir también posiciones virulentas.

Argumentos muy empresariales

Algunos economistas sí lograron trascender el umbral de la controversia política y exponer argumentos propios de su especialidad, revelando otro género de similitudes: ya no con los políticos opositores sino con los voceros del sector empresarial.

No se trata de algo nuevo. En realidad, los analistas económicos han coincidido siempre con la visión empresarial, entre otras razones porque muchos de ellos mismos son empresarios o están al servicio de grandes corporaciones. Otros son figuras de una academia que alguna vez estuvo alineada a la izquierda, pero que desde finales de los años 90 ha experimentado una transformación radical hacia la derecha y, más aún, hacia el neoliberalismo.

Otro director de Econométrica, Henkel García, puso de bulto que la preocupación básica de los tecnócratas que han sido fabricados en serie por esas escuelas de Economía es la salud del sector patronal: “Las empresas, para poder pagar la nueva escala de salarios tendrán que subir abruptamente los precios. ¿Qué consumidor podrá pagarlos?”. Su planteamiento podría parecer equilibrado, de no ser por el hecho de que el aumento abrupto de los precios es una realidad presente desde hace muchos meses, no una consecuencia de la escala de salarios.

En la misma onda de defensa de los intereses empresariales surgió Luis Oliveros. Este experto rechazó los anuncios asegurando que destruirán a las empresas. “¿Cómo se mantiene un restaurant, una tienda, un club? Con el nuevo sueldo mínimo… ¿El plan económico va a generar un incremento en el consumo y van a poder vender más? No. Y para remate, Maduro habló de un plan 50 para seguir controlando precios. No”.

En la otra esquina: los economistas de izquierda

Mientras los economistas de tendencia empresarial se quejan por lo mal que la van a pasar los capitalistas en los próximos tiempos, los que se asumen en el bando opuesto, pero no junto al Gobierno, sino más allá, han tachado al plan económico de paquetazo neoliberal.

A estas personas es justo reconocerles que han sabido preservar mejor su condición de analistas. No pretenden hacerse célebres con un párrafo de 280 caracteres enviado en caliente por Twitter. Sus planteamientos, en consecuencia, ofrecen mucha más materia prima para un debate.

Uno de estos personajes es el exministro de Industria y Comercio Gustavo Márquez, quien desde hace varios años pertenece al grupo de chavistas disidentes en el que también están Jorge Giordani, Héctor Navarro y Ana Elisa Osorio.

“El Arco Minero del Orinoco, las zonas estratégicas de desarrollo nacional, la flexibilización del control estatal de la industria petrolera, la renuncia a la soberanía de jurisdicción, la hipoteca de las reservas petroleras y mineras, hacen parte de un programa ampliado de apertura económica neoliberal, aunque administrado al detal, con entrega incluida al capital transnacional de las reservas petroleras y mineras. El financiamiento proviene de la liquidación del patrimonio económico y natural intergeneracional de la nación, de la sobreexplotación del trabajo y destrucción por el extractivismo de los ecosistemas que sustentan la vida”, escribió Márquez.

_________________________________

Por Clodovaldo Hernández / Supuesto Negado