Los bloques del 23: cómo Pérez Jiménez quiso controlar a los comunistas

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Para mediados del siglo XX, durante la férrea dictadura de Marcos Pérez Jiménez, se publicitó la tarea de modernizar a Venezuela en cuanto a vialidad e infraestructura,  y se mantuvo la promesa de eliminar los ranchos de la capital.

Con este slogan nace el proyecto de urbanización “2 de diciembre”, actual parroquia 23 de Enero, que además de llevar el nombre de la fecha del arribo al poder del general, prometía despejar las invasiones de los nuevos barrios para construir sobre ellos 57 superbloques residenciales de 15 pisos cada uno, canchas, colegios, parques y comercios comunicados por amplias calles y avenidas, que a su vez estarían conectadas con las principales autopistas que ya empezaba a tener la ciudad.

Pérez Jiménez

Pero ¿la construcción de estos superbloques tenía solo esa finalidad manifiesta por el régimen de urbanizar la capital? ¿Qué intención soterrada había con este proyecto, que hoy, incluso, muchos desconocen?

Lo que no se dijo

Dado que el proyecto “2 de diciembre” implicaba una vasta demolición, lo primero que habría que interrogarse es ¿quiénes habitaban allí? ¿Por qué se eligió esta zona para hacerlos?

El historiador Jorge Berroeta, cuenta que las barriadas Monte Piedad, las Canarias y Colombia, fueron demolidas para dar paso a la primera etapa de los bloques de la urbanización modelo. Luego se demolieron los barrios La Palestina y San José, ambos en el sector La Cañada. Por último, los barrios San Luis y Puerto Rico dieron paso a la última etapa de la construcción.

Berroeta nos cuenta que estos barrios, cuyas casas eran mayoritariamente hechas de tablas, latón y láminas de zinc, eran habitados por varios líderes sindicales de la industria petrolera, muchos de ellos militantes y simpatizantes del Partido Comunista de Venezuela, cuyos hogares fueron objeto de numerosos allanamientos para apresar a varios líderes obreros.

La urbanización “2 de diciembre” se concibió para aparentemente beneficiar a los habitantes de las barriadas antes mencionadas, a quienes se les planteó adquirir los apartamentos en operación compra venta. Posteriormente, se abrieron posibilidades para trabajadores de clase media y trabajadores de la administración pública.

Con no poca razón, muchos afirman que la urbanización fue construida para crear una especie de registro de ciudadanos que adversaban la dictadura, a los cuales se les mantendría identificados y de ser necesario, reducidos.

De 2 de Diciembre a 23 de Enero

Muchas de las acciones que precipitaron la caída de Pérez Jiménez tuvieron como escenario algunas de las calles de la urbanización “2 de diciembre”, lugar donde la Junta Patriótica que adversaba al gobierno, había colocado uno de sus comandos de operaciones. En los días previos al 23 de enero de 1958 se suscitaron continuadas acciones de protesta contra la dictadura, a la cual se sumaron sectores de la aviación militar y los cadetes del ejército. La suma de éstos y otros acontecimientos adversos, provocaron que la madrugada del 23 de enero el dictador huyera del país, abriendo el camino político a nuevos escenarios.

Tras el derrocamiento, una de las celebraciones más entusiastas, fue la que se llevó a cabo en la urbanización “2 de diciembre”, cuyos habitantes desbordaron calles y avenidas para aclamar la huida de Pérez Jiménez y el fin de la dictadura. Como una especie de acuerdo popular y para enaltecer la fecha que acabó con aquel gobierno, sus habitantes decidieron llamar a la urbanización “23 de Enero”, hecho reconocido por el gobierno adeco de Rómulo Betancourt que elevó el sector a parroquia, separándolo de su original parroquia Sucre en 1966.

Desde entonces, el “23 de Enero” es un ejemplo de lucha, organización comunal y de participación política, sembrando conciencia en sus habitantes y arrojando saldo orgánico incuestionable que ha sido emulado por otros sectores del país y fuera de nuestras fronteras.

Históricamente, el “23 de Enero” también carga con el estigma de ser “zona roja”, refugio de “subversivos” y más recientemente hogar de los satanizados “colectivos”, con lo cual se le pretende restar credibilidad a las luchas sociales de esa comunidad. Aun así, el “23” sigue dando lecciones de participación y organización popular.

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Por Randolph Borges / Supuesto Negado