“A lo que más le temes es a la muerte de ese bebé que viene, pero no somos conscientes de que ese miedo está presente también cuando estás en hospitales. Siempre está”.
Así respondió Daniela Primera, mamá de dos, periodista, de 34 años, cuando le pregunté cuál había sido su mayor miedo luego de haber decidido parir a su segundo hijo en casa y no en un hospital.
Contó que llegó a esa determinación luego de una experiencia traumática con su primer embarazo, cuando le fue realizada una cesárea innecesaria en una clínica, entre otras cosas, para cobrar completico el seguro médico del cual disfrutaba gracias a su trabajo en una institución pública.
“Ya después de haberme formado, de haber estudiado, de haberme metido en todo este mundo de las opciones que tenemos las mujeres, opté que mi segundo parto fuera en casa, bajo mis condiciones y bajo mis decisiones”, me dijo.
Daniela es tan solo una de las mujeres que hoy en Venezuela deciden traer al mundo a sus bebés en la comodidad del hogar, pariendo en la misma cama en la que concibieron a sus hijos, con la compañía de su familia y prácticamente sin intervención médica.
La costumbre, aunque es totalmente normal −y normada− en Europa, en Venezuela está llena de tabús y prejuicios. Los obstetras, aunque reconocen que no está exenta de riesgos y enfatizan que no es una cosa para todas las embarazadas, tampoco la desaconsejan, siempre y cuando el embarazo no sea de alto riesgo.
Mínimo 1.200 dólares un parto en una clínica
Una de sus ventajas es que resulta prácticamente gratis. Actualmente una clínica privada, dependiendo de su categoría, cobra entre 1.200 y 5.000 dólares (o su equivalente en bolívares) por un parto o una cesárea. Un monto insufragable para cualquier familia de clase trabajadora.
Al parecer, pariendo en casa las mamás no solamente se ahorran esa platica, sino que quedan exentas del mal rato que ya es costumbre en clínicas y hospitales: la violencia obstétrica, a veces deliberada (“cállate que cuando te lo estaban metiendo sí te gustaba”) y maquillada (una cesárea innecesaria para no hacer esperar al médico, por ejemplo).
No es a escondidas
La práctica no es tan poco común como se cree, y además, sus promotores afirman que la tasa de mortalidad tanto materna como de los bebés es diametralmente inferior a la de los partos en centros de salud.
En el caso de Daniela, para su alumbramiento la acompañó una “doula” (como le llaman a las mujeres formadas por médicos en fisiología del parto y tratamiento de embarazadas) y de una partera. Ese día solo estuvieron con ella su esposo y su hijo mayor. Para evitar polémicas familiares, dijo que le avisó a su mamá y a su papá después de nacido el bebé.
“Lo había conversado con mi hermana, que es médico, consultándola al inicio del embarazo sobre la posibilidad de que ella me atendiera. Me dijo que no, que le parecía muy arriesgado, por lo que decidí no decirlo a más nadie. Posterior al nacimiento llamé a mi mamá para informarle y se indignó muchísimo. Ya hoy en día lo acepta y sabe que si llego a tener otro hijo lo volveré a hacer”, enfatizó.
Prohibido en embarazos de alto riesgo
Aunque ya no lo hace, el obstetra Pedro Colmenares calcula que atendió más de diez nacimientos en casa mientras cursaba los estudios de su especialización en la UCV, en los ochenta. En conversación con Supuesto Negado, Colmenares resintió que en Venezuela se haya tergiversado la forma de atención del parto.
“Hay hospitales que llegan al 50 por ciento de cesáreas y hay clínicas privadas que se acercan al 100 por ciento, cuando la Organización Mundial de la Salud estima que las cesáreas deberían están por el orden del 14 o 15 por ciento”, dijo.
Sobre el parto domiciliario, el médico enumeró sus pros y sus contras. “Los embarazos se dividen en alto y bajo riesgo. En los de alto riesgo no es conveniente. Si el niño viene con una desproporción, es muy grande, o en una posición difícil, ya es riesgoso”.
En cuanto a los beneficios, mencionó la comodidad, lo económico que resulta y la participación activa del núcleo familiar en la experiencia.
Preparar la casa y a los parteros
Colmenares recalcó que al tomar esta opción es fundamental equipar la casa con los medicamentos e insumos mínimos necesarios, contar con personal de experiencia, que puede ser un médico, una doula y/o una partera, y tener a disposición un medio de transporte con el que se pueda rápidamente trasladar a la parturienta a un centro de salud en caso de una complicación, como por ejemplo una hemorragia o sufrimiento fetal.
El especialista tiene en planes presentar ante el Ministerio de Salud el proyecto de creación de la Sociedad Venezolana del Parto Natural, a través de la cual, entre otras cosas, aspira proponer cambios en los pensum de las academias de obstetricia para dar más relevancia al parto fisiológico, así como un postgrado en partería al que puedan acceder médicos, doulas, profesionales de la enfermería y personal de la rama.
“Las universidades no están preparando parteros y ser parteros es un arte”, recalcó.
Prestan sus casas para que otras paran
La doula Tamara Petkoff ha atendido más de ochenta partos en los cinco años que lleva dedicándose a esta labor. Una buena parte de ese número han sido nacimientos en hogares, y de esos, unos cuantos se han realizado en su propia casa, que la presta cuando las mujeres no tienen un espacio propio del cual disponer, o lo tienen, pero en condiciones poco adecuadas o de difícil acceso.
Considera que los tabús alrededor de la práctica siguen presentes, pero aun así todos los días recibe llamadas de mujeres que buscan su ayuda y asesoramiento para tener a sus hijos en sus hogares. Tamara, que forma parte de la red Tetas en Revolución por la causa del parto humanizado, ha estado involucrada con esta bandera de lucha desde los noventa.
“Nos estamos dando cuenta de que el parto nos lo robó la tecnología, el sistema médico y el sistema capitalista que de todo quiere hacer un negocio. Estamos en una etapa en que toca retomar nuestras raíces. Como dice Michel Odent, para cambiar al mundo hay que cambiar la manera de nacer. Yo creo en eso”, aseveró.
Contó algunas experiencias de mujeres a las que ha acompañado. “Tuve a una adolescente que pasó por tragedias terribles durante el embarazo, todavía estudiaba quinto año, se le murió el papá y la familia quería entregar el bebé en adopción. El día del parto tuvimos problemas para comunicarnos y tardé mucho en llegar. Cuando llegamos a su casa cerca de las dos de la mañana ya la muchachita había parido sola. La mamá estaba toda atacada y ella de lo más tranquila con su bebé en brazos. Ella misma lo había recibido”.
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Por Rosa Raydán / Supuesto Negado