¿COMÍAN CARNE HUMANA LOS INDÍGENAS VENEZOLANOS?

Indígenas Canibalismo

Comerse a otros seres humanos parece ser el colmo de la degeneración y la barbarie: lo asociamos con psicópatas reales como Issei Sagawa o ficticios como Hanibal Lecter, es cosa de campos de concentración, de hambrunas, un signo del fin del mundo.

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Como en occidente se le ha puesto siempre al lado del incesto y el parricidio como los peores crímenes, no tiene nada de raro que durante el período colonial los europeos hayan acusado a muchos pueblos indígenas de América, Asia y África de ser caníbales, eso no solo concordaba con lo que ellos pensaban de los colonizados sino que, frecuentemente, era utilizado como pretexto para hacerles la guerra y someterlos, por ejemplo, lo hacían los terratenientes españoles para justificar la esclavitud de los indígenas.

Por esa razón, muchas buenas almas en los últimos años han venido a asegurar que no existía el canibalismo entre los indígenas de América, pero como ocurre con la esclavitud y los sacrificios humanos, hay abundantes pruebas de que sí era así entre los Caribes y guaranís.

Lo que pasa es que ni la esclavitud, ni el sacrificio humano ni el canibalismo (o mejor dicho, la antropofagia) de los indígenas americanos eran distintos a como los pensaban los europeos.

La antropofagia, por ejemplo, era ritual, enmarcado en una cultura muy rica, no era para alimentarse sino para apropiarse de las fuerzas del enemigo vencido: no se lo comía por hambre o por desprecio, sino por respeto. Este procedimiento para apropiarse de las fuerzas del enemigo existe en muchas culturas.

Ana Karina Rote

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Se cree que el término caníbal viene del taino “caniba” o “cariba” que es el nombre que los arawakos le daban a sus enemigos mortales: los caribes, que en líneas generales se corresponden a etnias indígenas como los kariña quienes fueron los más formidables adversarios de los conquistadores españoles.

Caribes y arawakos son pueblos de la amazonia quienes, a punta de curiara, se movieron desde las selvas hasta islas como Cuba y Puerto Rico un par de siglos antes de la llegada de los españoles. Esa historia de cómo, a golpe de remo, llegaron desde lo profundo de la selva a navegar extensamente el Caribe, de cómo aprendieron a orientarse, y se asentaron en esas nuevas tierras está perdida.

Como sea, los arawakos eran más sedentarios y pacíficos y los caribes más nómadas y belicosos, desde que salieron de la selva sus destinos se ataron como los de los enemigos a muerte: los caribes atacaban los poblados arawakos para matar a los hombres y llevarse a las mujeres y los niños como esclavos… suena horrible ¿cierto?

La cosa es que esta historia tiene un giro: a diferencia de los esclavos de Europa y el mediterráneo, los de pueblos sin estado como los Caribe o Comanche terminaban asimilados a la comunidad que les secuestraba, de hecho, algunos investigadores creen que todo el sentido del secuestro y la esclavitud era resolver problemas de natalidad. El resultado es que las comunidades caribe estaban llenas de niños y mujeres arawakos (o parte caribes y parte arawakos) que hablaban ambos idiomas y llevaban la costumbres del otro pueblo: la guerra terminó siendo una extraña forma de unión entre los dos pueblos.

De hecho, a diferencia de los europeos, los indígenas eran bastante propensos al mestizaje y a aceptar elementos de otras culturas, producto de esa tendencia son pueblos como los garífuna, nacidos de la unión de caribes con esclavos africanos y los seminole de la Florida.

¿Pero qué pasa con la antropofagia? Como los sacrificios humanos de Mesoamérica la antropofagia no tenía que ver con sadismo o con necesidad de proteínas sino de capturar las fuerzas del muerto: los aztecas pensaban que la vida humana era tan valiosa que la sangre era necesaria para sustentar a los dioses, la ingesta de la carne de los vencidos era una forma para asimilar sus cualidades, “más que sangre y carne, el guerrero caribe llegaba a poseer, mediante la ingestión de su parte física, el espíritu del guerrero enemigo. Esa, al final, era la verdadera y honrosa manera de dar muerte a un taíno”.

Así que no es mentira que los caribes practicaran la antropofagia, pero si es falso que esta fuera un signo de degeneración o barbarie, según Robiou Lamarche, un investigador boricua y experto en la historia de los Tainos y Caribes de Puerto Rico:

“… la evidencia documental, principalmente del padre Raymond Breton es contundente. Asegura que solo los guerreros enemigos atrapados en sus expediciones eran sacrificados ceremonialmente para adquirir su poder y valentía por medio de la antropofagia. Esta práctica exocaníbal era común entre las etnias suramericanas

Los caribes eran un pueblo extraordinariamente adaptable: hacían la guerra de guerrillas con sus curiaras, asaltando al amanecer, eran capaces de quemar poblados enteros de españoles (como hicieron varias veces con la recién fundada Caracas) pero también de tener relaciones amistosas con franceses y holandeses o, como hemos visto, fusionarse con los negros cimarrones si era necesario para sobrevivir.

Trofeos y crueldades

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En las viejas sociedades de guerreros, basadas en el prestigio que daban las hazañas, la toma de trofeos de los vencidos era común: lo hacían los vikingos, los griegos de la edad del bronce y los indígenas de América y del sureste de Asia, son formas de apropiarse de la fuerza del enemigo.

En nuestro tiempo esa idea de admirar o respetar a los adversarios solo es posible en los deportes, pero en la antigüedad tomaba muchas formas: tomar el cuero cabelludo como se hacía en las praderas de Norteamérica y el Gran Chaco, cortar y reducir las cabezas como hacen los jibaros de Ecuador y los Dayaks de Borneo, tomar los huesos como se hacía en el Congo, cortar la oreja o el pene del adversario caído, como hacían los legionarios romanos o simplemente tomar sus armas, como hacían los griegos y los caballeros medievales.

Mas para algunos pueblos como los Caribes y Guaraníes (que probablemente están emparentados) eso no bastaba, allá en lo profundo del amazonas, donde los pueblos viven de la cacería, hay toda una forma de pensamiento basada en la depredación: a los ojos de las dantas y los monos, los hombres son jaguares, a los ojos del jaguar los hombres son venados o monos. Por eso en la amazonia, el trofeo era la carne del enemigo vencido que, al ser consumida, permitía devorar sus cualidades espirituales (valor, astucia, etc.).

En todos los rituales de los pueblos indígenas de América hay una gran crueldad, pero no es como la de nuestros verdugos y torturadores, sino una lucha contra el dolor que es una profunda afirmación de la vida: a los adolescentes se les sometía a crueles rituales de iniciación, marcándolos con tatuajes, perforándoles los lóbulos o los labios o sometiéndoles a difíciles pruebas, a veces los guerreros o los chamanes usarían el dolor (combinado con drogas) para tener visiones.

En Norteamérica los Hurones y los Mohicanos tomaban al enemigo capturado y le torturaban cruelmente, pero en una suerte de concurso en que el prisionero, con orgullo, muestra resistencia al dolor, y el que le ha capturado trata de vencerle: si muere con valor el vencedor no dudará en honrarle.

En el Amazonas los guaraníes tenían una variante de ese ritual: al cautivo le daban la oportunidad de rebelarse y escaparse, y cuando no podía, le daban la bienvenida a la tribu del vencedor, le asignaban un nombre y le permitían, antes de morir, contar sus hazañas y a cuantos de sus enemigos ha devorado.

Según el misionero Jean de Léry entre los guaraníes: “los prisioneros se juzgan felices al morir así públicamente en medio de sus enemigos, no revelando nunca el mínimo pesar (…) Los ejecutores de esos sacrificios humanos consideran el acto honrosísimo; después de practicar la hazaña se retiran a sus chozas y se hacen en el pecho, en los brazos, en las piernas y en las pantorrillas, sangrientas incisiones (…) El número de incisiones indica el de las víctimas sacrificadas y le aumenta la consideración de sus compañeros”.

“Devoraçao”

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Otros pueblos del amazonas practican la antropofagia con sus propios muertos: en la ceremonia llamada reaho los yanomami consumen las cenizas de sus parientes incinerados, es lo que los expertos llaman “endocanibalismo” cuya finalidad es que las virtudes del difunto sean asimiladas por la comunidad.

La antropofagia es simplemente, un aspecto de la extraordinaria capacidad de los indígenas para asimilar que confundía a los españoles: el vencido o el esclavo termina asimilado a la comunidad, se puede aceptar la religión cristiana y seguir rindiendo culto a los dioses y espíritus ancestrales; desesperados, los misioneros hablaban de la “inconstancia del alma” de los indios, sin entender su sorprendente capacidad de transformarse.

Desde entonces, la mayoría de los intelectuales de izquierda han creído que, para combatir la visión colonialista, deben negar la antropofagia y la crueldad de las sociedades indígenas, el resultado es una visión rosa, de los indígenas en que son una especie de proto-hippies condenados a cumplir el papel que la gente progre les asigna.

Por supuesto que los indígenas actuales ya no tienen las mismas costumbres que antes y tampoco se ven a sí mismos de la manera como los ven los racistas o los hippies, como todos los pueblos los indígenas han cambiado con el tiempo y sus valores no son los mismos de antes. Lo interesante es que, así como los indígenas han asimilado muchas cosas de occidente, también han surgido en América latina quienes han tratado de ver las cosas desde la perspectiva de los indígenas: Solo me interesa lo que no es mío. Ley del hombre. Ley del antropófago.

Era 1928 y Oswaldo de Andrade, uno de los fundadores del modernismo brasilero, escandalizaba a su país con su elogio de la antropofagia guaraní; para él la antropofagia no era una vergüenza que había que negar, era un proyecto político: devorar la filosofía y la música europea sin hacerse europeo, devorarlo todo y hacerlo nuevo al asimilarlo. En realidad esto no era nuevo: era lo que quería decir Martí con “Injértese el mundo en nuestras repúblicas pero que el tronco siga siendo nuestro”, ya no importa si algo es “nuestro” o es “ajeno”, importa si es devorado.

Y los brasileros y los pueblos del caribe han sido muy buenos para eso: los brasileros asimilaron y reinventaron el jiu-jitsu y el futbol, los venezolanos, dominicanos y puertorriqueños el beisbol, lo mismo pasa con la música, sea bossa nova y samba o salsa y bugaloo…

Aunque parezca muy rebuscado comparar a los atletas y músicos latinoamericanos con antiguos guerreros indígenas, en realidad no lo es tanto, la antropofagia de los indios nunca tuvo como objeto matar el hambre o denigrar a los vencidos, sino de hacer sus virtudes parte de la comunidad, de asimilarlos.

Al fin y al cabo, un “alma inconstante” es también una capaz de cambiar, en eso nos convendría ser un poco más antropófagos.

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Por Fabio Zuluaga / Supuesto Negado