Malfred Gerig, sociólogo e investigador venezolano, especialista en economía política global, asegura que la dirigencia china está convencida de que su única oportunidad de echar abajo la Doctrina Monroe en América Latina es ofreciendo lo que EE.UU. no puede: inversiones a gran escala y comercio mutuamente beneficioso. Y las inversiones en Venezuela denotan que Caracas juega un rol central en esta estrategia.
En un artículo publicado en la revista digital Florencia Gerig afirma que para comprender la postura del Gobierno chino ante el conflicto en Venezuela −y sus repercusiones regionales− hay que fijar la mirada en dos aspectos centrales: las peculiaridades de la diplomacia China y las necesidades geoestratégicas del gigante asiático.
“Hurgando en las bases de la diplomacia china, contrasta con la postura liberal-wilsoniana que dirigió el ‘cosmopolitismo’ intervencionista estadounidense desde principios del siglo XX hasta nuestros días. De la cual Venezuela ha tenido una fuerte dosis recientemente”, escribe el analista.
Se refiere, además, al editorial del Global Times cuando sostiene que “China no interferirá en el proceso político de Venezuela o de cualquier otro país latinoamericano”. Gerig recuerda que la intervención directa no es el estilo diplomático chino, lo que en ningún caso significa que China guíe su política exterior por preceptos morales idealistas.
China evita en lo posible inmiscuirse en los asuntos políticos internos de cada país, sin que ello signifique dejar de apoyar activamente en el ámbito económico y financiero a sus principales aliados estratégicos.
Desde el encuentro del presidente de China, Xi Jinping, son su homólogo venezolano, el Gobierno asiático ha recalcado la necesidad de impulsar el desarrollo industrial en Venezuela. No es de extrañar que con un tono realista y franco el mencionado editorial del Global Times indique que ante las dificultades para desarrollar una estrategia de industrialización asertiva las economías de la región echarán mano de sus recursos naturales en la presente turbulencia económica global.
Vale recordar que el comercio chino-venezolano ha sido uno de los más exitosos en lo que a países de la región respecta. Según datos de la CEPAL, para 2014 solo tres países latinoamericanos tenían balanzas comerciales favorables con China: Chile (4.205 millones de dólares), Brasil (3.276 millones de dólares), Venezuela (2.201 millones de dólares). Contrastando con déficits como los de Argentina y Colombia situados por encima de los 6.000 millones de dólares.
Además, de acuerdo a los datos recopilados por Inter-American Dialogue, Venezuela es el principal receptor de préstamos chinos en la región, con una cifra que ronda el orden de los 62.2 billones de dólares desde 2007 hasta 2016, abarcando a la fecha 650 proyectos conjuntos.
Nueva energía
Asegura Gerig que una revolución energética se está gestando a pasos acelerados, y quien sea capaz de garantizarse el liderazgo de recursos y conocimientos estratégicos “tendrá una ventaja decisiva para moldear el mundo en su beneficio”.
Las baterías de iones de litio parece ser el elemento central de esta revolución energética y América Latina posee casi la mitad de las reservas mundiales de su materia prima.
En América Latina se encuentra el país con las reservas más grandes de la fuente de energía declinante, Venezuela, y 41% de la materia prima vital para la fuente de energía ascendente, litio. “Lo que indica un futuro regional signado por la continuidad del patrón de inserción en la división internacional del trabajo y la presencia activa de las potencias globales en competencia”.
Concluye el autor que la presencia de China en América Latina viene a llenar un vacío del cual EE.UU. no puede hacerse cargo, pero no solo en el continente sino a nivel global.
Por Edgard Ramírez Ramírez / Supuesto Negado