Últimamente, Lorenzo Mendoza ha ganado varios premios que hablan por sí solos de su perfil internacional: en marzo recibió el FT ArcelorMittal Boldness in Business Award, que galardona la audacia empresarial. Más recientemente, en septiembre, se hizo acreedor del premio Woodorow Wilson, a la integridad corporativa.
¿Será casualidad que el dueño de Empresas Polar esté de moda en el mundo? No parece. Numerosos síntomas indican que el poder hegemónico global ha decidido impulsar al magnate hacia el escenario político, en procura de un Macri -o, quizá, un Kuczynski- venezolano.
Revisemos el metamensaje de los premios que adornan al caraqueño de 55 años. Noam Chomsky, hablando sobre los cuatro presidentes de EE.UU que han recibido el premio Nobel de la Paz, indicó: “Woodrow Wilson es el más honrado de los presidentes galardonados con el Nobel y posiblemente, el peor para América Latina. Su invasión a Haití en 1915 mató a miles, prácticamente reinstauró la esclavitud y dejó a gran parte del país en ruinas”.
Chomsky añadió que Wilson completó su gestión en la región invadiendo la otra parte de la isla La Española: República Dominicana. “Esta nación y Haití quedaron bajo el mando de violentos guardias civiles. Décadas de tortura, violencia y miseria en ambos países fueron el legado del ‘idealismo wilsoniano’, que se convirtió en un principio de la política exterior”.
La fundación que otorga el Premio Wilson está inspirada por ese “idealismo wilsoniano”, por supuesto.
¿Qué puede decirse del otro premio que engalana la vitrina de Mendoza a partir de este año? Veamos. Es un premio patrocinado nada menos que por el medio de comunicación Financial Times y por la Arcelor Mittal, una de las mayores corporaciones siderúrgicas del mundo. Según sus propios promotores, “el FT ArcelorMittal Boldness in Business Award se concede a las organizaciones y personalidades que se han destacado en el ámbito internacional por su visión y liderazgo en la toma de decisiones difíciles, en ocasiones en entornos adversos”.
Premios recibe, premios da
Se nota que Mendoza cree en el valor de los premios. No solo los recibe, sino que también los da, a sabiendas de que algunos de estos galardones favorecen más a quien los entrega que al homenajeado. Por ejemplo, Polar ha instaurado el Premio Luis Aparicio para jugadores de béisbol destacados en las Grandes Ligas. Este año se le otorgó, como era natural esperar, al pequeño gigante José Altuve.
El deporte es uno de los bastiones de la poderosa estrategia de imagen de la fábrica de cerveza que así hace publicidad en los medios televisivos, pese a que está prohibido desde los años 80, mediante el bobo subterfugio de pretender que se refieren a una malta.
La estrategia es copar todos los deportes populares y cooptar a sus figuras fundamentales: las selecciones Vinotinto (la masculina de mayores, las categorías juveniles y femeninas) y el baloncesto han sido colonizadas por el emporio. Cualquier atleta que obtiene alguna notoriedad pasa de inmediato a ser líder Maltín Polar, se convierte en imagen de la marca y aparece en las campañas publicitarias ponderando las virtudes de Empresas Polar como patrocinador del deporte infantil y juvenil. En las piezas publicitarias aparecen niñas, niños y adolescentes diciendo que todo lo que son se lo deben a esta corporación. Discretamente, el logo con el oso cervecero rubrica tales cuñas.
Empresas Polar también actúa como mecenas en campos científicos y culturales. Allí también otorga premios que les dan prestigio a los ganadores y le lavan la cara a la empresa. Entre ellos está el Premio Lorenzo Mendoza Fleury, para investigadores en Biología, Física, Matemática o Química. Igualmente, la Fundación Polar edita el Diccionario de Historia de Venezuela, una obra excelente en su campo.
¿Proyección personal o corporativa?
Que las empresas oligopólicas realicen actividades positivas y las promuevan no es algo nuevo ni exclusivo de Polar. Especialmente, las firmas que producen bebidas alcohólicas, las tabacaleras, la industria armamentística, las empresas contaminantes y otras por el estilo, es decir, las que causan evidentes daños a la gente, hacen estas “buenas acciones” como forma de limpiar su imagen pública. De un tiempo para acá, lo llaman “política de responsabilidad social”.
De manera que, al margen de que Lorenzo Mendoza tenga aspiraciones políticas, es una estrategia coherente y comprensible. Sin embargo, hay indicios de que la campaña se ha ido acentuando desde que el multimillonario ha surgido como posible opción “outsider” de la torpe y alicaída oposición venezolana.
Puede decirse que mientras más lo niega, más parece candidato por toda la parafernalia promocional que se mueve a su alrededor. El magnate está en campaña y no es para presidir Fedecámaras.
La estrategia parece ser llevarlo poco a poco hasta que la candidatura se presente como la respuesta a un clamor. Además ¿quién se le puede oponer en la oposición, especialmente después del desastroso año 2017?
Prescindir de los intermediarios y entrar directamente en la liza política es una tendencia continental y mundial. Tener gobiernos corporativos con grandes empresarios al frente es la vía que han encontrado las fuerzas hegemónicas para garantizar que esta vez la receta neoliberal se imponga sin resistencia.
Los discursos que ha dado en las ceremonias de recepción de los dos premios internacionales antes mencionados tienen las trazas del líder político en construcción. Ha hablado en nombre de sus trabajadores y de la colectividad venezolana.
Varios ensayos
No es la primera vez que Mendoza sondea el campo político. Los periodistas especializados en el tema corporativo recuerdan que hace algunos años dio señales de que se había interesado en comenzar una campaña electoral disimulada. “Buscaban cualquier excusa para hacer encuentros con trabajadores, campesinos, deportistas”, relató una reportera.
En esa fase, parecía estar en marcha la conversión del empresario en político, pero de pronto todo se detuvo. Algunos dijeron que a Mendoza no le gustó del todo ese rol. Otros señalaron que los sondeos realizados demostraron que no era su momento.
A pesar de que, aparentemente, se abortó el salto a la arena política, de ninguna manera se interrumpió el trabajo de imagen, tanto corporativa como personal. La enorme inversión en marketing de imagen, publicidad y relaciones públicas ha permitido que Mendoza tenga la reputación de gran benefactor nacional, a pesar de que es el propietario de la mayor productora de bebidas alcohólicas del país y del cuasimonopolio de los alimentos básicos, que escasean desde hace años y aumentan groseramente de precios.
En la actualidad, las encuestas indican que su nombre aparece en el devastado escenario de la contrarrevolución, lo cual puede haber despertado de nuevo su interés en competir por la presidencia.
La enorme inversión publicitaria de Empresas Polar en todos los medios de comunicación nacionales y regionales, le otorga prácticamente el control de la maquinaria mediática privada, tal vez solo con la excepción de Venevisión, que pertenece a la Organización Cisneros, grupo rival de Polar (en el campo cervecero y de refrescos). Sin embargo, bajo la hipótesis de una candidatura de derecha, no sería descabellado que aún Cisneros lo apoyara.
Heredero fundamentoso
Mendoza es un empresario de tercera generación. El fundador del grupo fue su abuelo, Lorenzo Mendoza Fleury, quien se inició como productor de jabones, pero luego encontró la veta de la cerveza, que resultó ser una verdadera mina de oro en este trópico tan caluroso y parrandero, lo que marcó la suerte de la familia. Tanto el Lorenzo fundador como el segundo Lorenzo (Mendoza Quintero) estuvieron menos tiempo del que se esperaba de ellos en el timón de la empresa. Ambos murieron prematuramente, y por eso fue necesario acelerar el ascenso del tercer Lorenzo. Como el heredero todavía estaba estudiando en Estados Unidos (Universidad de Fordham e Instituto Tecnológico de Massachusetts), debió encargarse por un tiempo su madre, Leonor Giménez de Mendoza, como una especie de reina regente.
Mendoza, a diferencia de otros herederos de la oligarquía venezolana, no ha dilapidado la fortuna recibida. Al contrario, la ha incrementado hasta el punto de que hoy ocupa el puesto 115 en la lista de los megamillonarios del planeta. Algunos le conceden por eso un enorme reconocimiento. Otros dicen que los méritos corresponden a sus antepasados, que eran muy hábiles destruyendo (literalmente) a la competencia y estableciendo alianzas con los políticos de la IV República.
El conglomerado lo integran 40 empresas que producen cerveza, malta, refrescos, harina de maíz, avena, pasta, arroz, aceite, helado, vino, agua mineral, atún, alimentos para animales y chucherías y yogurt, entre otras mercancías. Según algunas estimaciones, la corporación representa el 4% del Producto Interno Bruto venezolano no petrolero. La cervecería es la décima cuarta en el ranking mundial del rubro. Empresas Polar tiene filiales en Colombia y Estados Unidos y ha invertido sus cuantiosos recursos en negocios fuera del país en banca, supermercados, petroquímica y petróleo.
Alguna vez fue verde
En alguna época, el joven Mendoza estuvo en iniciativas de tendencia verde (no copeyana, sino ecologista). Según el periodista Rafael Rodríguez Olmos, en los años 80 perteneció a una agrupación llamada Generación Par que promovía “el desarrollo sustentable, a través de la generación de programas y el diseño de herramientas para fortalecer los emprendimientos e instituciones de la comunidad y la promoción de prácticas de consumo ambientalmente responsable y humanamente inclusivo”.
El comunicador relata que “aquello no pasó de ser una vaina de derecha que terminó siendo lo que todas, un instrumento para castrar las potencialidades del pueblo”. ¿La hipotética candidatura será un deja vu de la Generación Par?
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Por Clodovaldo Hernández / Supuesto Negado