DEL DÍA DE “ACCIÓN DE GRACIAS” AL “VIERNES NEGRO”: EL CONSUMISMO COMO FE

El día de Acción de Gracias (Thanksgiving Day) es una fiesta religiosa que se celebra en EEUU (y otros países del mundo) el cuarto jueves del mes de noviembre.

El sentido de la celebración es dar gracias a Dios por las cosechas, la fertilidad de la tierra y los frutos del trabajo. Aunque la fiesta no es originaria de este país del norte de América, y muchas culturas tienen celebraciones similares, en el pasado remoto del país norteño tuvo un cariz protestante y piadoso.

Hace un tiempo ya, Max Weber, sociólogo alemán, estableció la relación entre el protestantismo y el capitalismo. A diferencia del catolicismo los protestantes creen que la salvación –la entrada al cielo– está ya decidida desde el nacimiento de cada persona. El éxito que cada cual alcance en la vida es una manifestación celestial del hecho de haber sido escogido por Dios para acompañarlo en el Paraíso tras la muerte.

Entonces a diferencia de los católicos, que piensan que ganarán el cielo dependiendo de cómo se comporten en la vida terrena y de que antes de morir se arrepientan de todos sus pecados, los protestantes piensan que unas buenas cosechas, los éxitos empresariales y las riquezas acumuladas por cada quien, son las manifestaciones vivas de la predilección divina.

Según el nombrado sociólogo los protestantes, a diferencia de los católicos y de los judíos, se inclinarían a ser capitalistas, puesto que no habría señal más clara de la salvación que forrarse de dinero y poder, mediante la explotación de los congéneres. ¡Misteriosos son los caminos del señor!, ciertamente.

Sin embargo, el carácter religioso de la festividad se ha perdido, acicateado por el desencantamiento del mundo propio de la modernidad capitalista.

Esto no quiere decir que por eso sea una celebración perversa, simplemente se ha hecho laica: las mayorías estadounidenses aprovechan el día no laborable –bien merecido, como todo día destinado a vivir y no para trabajar– para descansar y reunirse con sus seres queridos, celebrar lo que haya que celebrar y llorar lo que haya que llorar, tal como hacemos aquí en Navidad.

Desde hace ya unos años en EEUU y otras partes del mundo se puede decir que a cada jueves de Acción de Gracias le sale su “Viernes Negro” (Black Friday). No se trata de un día antirreligioso y mucho menos negativo, sino de una práctica capitalista que se ha hecho costumbre.

Se trata de un día en el cual se ofrecen importantes rebajas en todo el territorio estadounidense. Aunque no se trata de una celebración “oficial” pueden conseguirse descuentos de hasta el 70 % y la “fiesta” puede durar el fin de semana completo, incluido en muchos casos el lunes.

El nombre de la celebración es obra de la policía. Tan masivas son las colas y el caos que se forma –la gente hace colas en los comercios incluso desde días antes de la esperada fecha y en los establecimientos llegan a producirse peleas físicas por los productos– que esos días la policía se ve colmada de trabajo, razón por la cual les parece un día aciago.

Por supuesto que para los capitalistas no es un día para nada “negro”. Las ventas, solo en EEUU, se calculan en billones de dólares. La razón por la cual los capitalistas del mundo conceden tan fabulosas rebajas no es piadosa y tiene una explicación netamente económica.

Se trata de una competencia entre los capitalistas, y en particular entre los comerciantes, por vender sus mercancías antes de que a las mayorías asalariadas se les acabe el poco dinero del que disponen. En particular las mercancías con más rebajas son aquellas más desactualizadas o viejas. Así, por ejemplo, hay rebajas gigantescas para celulares de viejas generaciones, y pequeñas, aunque decisivas, para los de la última.

No obstante para las mayorías explotadas es un día importante y festivo, dado que tienen la oportunidad de acceder a cosas a las que por lo general no tienen acceso.

Es significativo que buena parte de la izquierda global critica la actitud consumista de las masas el viernes, mientras que la derecha critica la pérdida del carácter religioso del jueves. Igual, gracias a Dios, esto no parece importar a la mayoría de la gente.

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Por Julia Cardozo / Supuesto Negado