Si no fuera por el mediático boicot emprendido por las personalidades del mundo del entretenimiento George Clooney, Elton John y Ellen de DeGeneres, el nuevo código penal aprobado en Bruneí –“inspirado” en la Sharía o ley islámica– pasaría casi desapercibido.
Resulta que el sultán de Brunei –pequeño reino de 450 mil habitantes en el sudeste asiático– reformó desde 2013 el Código Penal y empezó a aplicarse por fases al año siguiente: lo primero fue justificar por medio de la fe el derecho del monarca a reinar sin oposición y lo más reciente la muerte por lapidación para homosexuales y adúlteros, además de otros castigos de corte medieval para varios delitos.
Solo cuando el monarca de carácter absolutista –y multimillonario gracias a las reservas de gas y petróleo de su país– traspasa la línea roja, y ante la presión de algunos organismos multilaterales y la “opinión púbica”, EE.UU. y Europa, a regañadientes, increpan tímidamente a su socio a guardar las formas.
Los derechos humanos son una cosa… pero business son business.
Gustos caros
Desde hace 500 años, la familia del Sultán Muda Hassanal Bolkiah gobierna ese país –uno de los más pequeños del mundo– que fue un protectorado del Reino Unido hasta 1984.
En 1967 su padre abdicó en su favor –es el vigésimo noveno sultán en la línea de sucesión– y desde 1990 se implementó como ideología oficial del Estado la monarquía malaya musulmana. Este “ajuste” liga las tradiciones del país a la forma de Gobierno y “legitima” políticamente al sultán a través del islam.
La crisis del petróleo de 1973 convirtió a este hombre en el más rico del mundo y durante más de una década encabezó la lista de millonarios de la revista Forbes (aún sigue siendo el monarca más rico).
Hoy en día, Brunei es el cuarto mayor productor de petróleo en el sudeste de Asia y el noveno mayor exportador de gas natural licuado en el mundo.
El sultán Bolkiah es reconocido por su lujoso estilo de vida extravagante: posee 5 mil autos deportivos, así como aviones y helicópteros. Su palacio, más grande que la Ciudad del Vaticano, tiene bóvedas de oro, más de 1.800 habitaciones, más de 290 baños y una sala de banquetes con capacidad para miles de personas.
Entre sus propiedades en Estados Unidos se encuentran los legendarios hoteles Hotel Palace de Nueva York, Beverly Hills y Bel-Air. Además, cuenta con otros 8 lujosos y reconocidos hoteles en Londres, Ascot, París, Roma y Milán.
Leyes medievales y dictadores contemporáneos
A semejanza de lo que ocurre en otros regímenes sangrientos y amigos de Occidente como Arabia Saudí, el de Brunei se rige por la sharía, un código detallado de conducta, en el que se incluyen también las normas relativas a los modos del culto y los criterios de la moral y de la vida.
Dentro de la sharía existe un tipo específico de ofensas conocidas como hadd. Son crímenes castigados con penas severas, tales como la lapidación, los azotes y la amputación. Tanto el Corán como la Sunna (las fuentes de revelación primaria del islam) reflejan este tipo de penas, pero en todas las ocasiones se aplican con condicionantes. La definición de estos condicionantes es una cuestión a debate dentro del islam (algunos juristas, teólogos e imanes musulmanes sostienen que nunca deberían llegar a aplicarse).
La mayoría de los países del Oriente Próximo, incluyendo Pakistán, Jordania, Egipto, Líbano y Siria no han adoptado las ofensas hadd como parte de sus legislaciones estatales, de la misma manera que tampoco en el norte de África, ni en Turquía, ni en los países musulmanes de Asia Menor. Siria (país de mayoría musulmana, pero de Gobierno laico) considera la sharía como inconstitucional y es conocido por tomar medidas muy duras ante cualquier forma de esta.
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Con mis socios no te metas
La primera vez que el sultán de Brunei estuvo bajo el foco mediático fue cuando Miss Estados Unidos 1992, Shannon Marketic, lo acusó en los juzgados estadounidenses de haberla secuestrado y utilizado como esclava sexual durante un mes.
La justicia gringa desestimó el caso porque Bolkiah disfrutaba de inmunidad como jefe de Estado.
Con este antecedente, pocos esperan que la administración de Donald Trump levante su voz para que el sultán, que también desempeña el cargo de primer ministro, ministro de Asuntos Exteriores, de Justicia, de Defensa, de Finanzas y de Comercio, revierta su abyecto código procesal.
No es un dato menor que EE.UU. es el tercer proveedor del país (detrás de China y Singapur) y el primero de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN por sus siglas en inglés), principal organización intergubernamental a la que pertenece Brunei.
Además, en 2002, Brunei firmó con EE.UU. el Acuerdo Marco de Comercio e Inversiones (TIFA en inglés).
Tampoco hay mucha esperanza en la presión que pueda salir de la UE. De hecho, hace pocas semanas se reunieron los ministros de Asuntos Exteriores del Viejo Mundo y de la ASEAN. El evento estuvo liderado por la alta representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Federica Mogherini, y el ministro de Asuntos Exteriores de Singapur, Vivian Balakrishnan.
Las relaciones económicas del sultán con la UE se enmarcan básicamente en el Acuerdo UE-ASEAN de 1980 (para la asociación y cooperación entre ambos bloques).
Una vez más –y lamentablemente– queda en evidencia que los derechos humanos van a la zaga de los negocios y la política. Además, que mientras los atropellos se cometan por los socios de EE.UU. y la UE no hay mayor repercusión.
Entra en vigor en #Brunei la pena que castiga con la muerte ser homosexual o adúltero. Los tuiteros españoles callan por que no pueden acusar a los de siempre… pic.twitter.com/pKLN6pq9qx
— The Last Marx Brother (@marx_last) April 4, 2019
Por Edgard Ramírez Ramírez / Supuesto Negado