Fútbol, el más político de los deportes y sus historias

Fútbol

No sin razón el fútbol es considerado el deporte rey y el Mundial la magna cita del deporte global. Ningún otro deporte ni evento deportivo, ni siquiera las Olimpiadas, pueden rivalizar con el balonpié en lo que toca a favoritismo popular a nivel global.

Quizás por eso el fútbol no está desvinculado de la política y en más de una ocasión un juego o torneo ha tenido connotaciones políticas e incluso un impacto concreto en lo que toca a las relaciones de poder.

Así, en este Mundial atestiguamos todo un movimiento para boicotear el evento, con lo cual se pretendía sabotear a Rusia como país anfitrión. Primero se lanzó una campaña acusando a la ex-Unión Soviética de corrupción en la elección del país como sede. Luego se inventó una compleja trama de acusaciones de espionaje y asesinatos que los rusos estarían realizando. Nada de esto prosperó.

Más acá, ya durante el Mundial, circularon por las redes sociales las fotografías de los jugadores de la selección suiza, Granit Xhaka y Xherdan Shaqiri, ambos albaneses, haciendo con sus manos el símbolo del águila bicéfala de la bandera de Albania, tras anotar sendos goles contra Serbia.

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El gesto trae al frente la reciente guerra de Kosovo y es una especie de pequeña venganza por la violencia que, según los albaneses, recibieron de los serbios.

No es la primera vez que algo así sucede, en México 86, la victoria de Argentina sobre Inglaterra, con los dos tantos más famosos de los mundiales marcados por Diego Armando Maradona, fue vivida en el país austral como una pequeña revancha contra la invasión inglesa de las Islas Malvinas ocurrida cuatro años antes.

Sin embargo, hay cuentos mucho más dramáticos. En el mundial del 38 jugaron, en la final, Hungría contra la Italia de Benito Mussolini. Quedó para la historia que la noche anterior al partido el jefe del fascismo firmaba un breve telegrama para animar a su selección con el mensaje: “Vencer o morir”. Ganó la selección italiana 4 por 2.

Unos años después, Adolf Hitler, para quien el deporte en general, pero en particular el fútbol, era una cuestión de Estado y un arma de promoción del nazismo, mandó a organizar un partido entre el Dinamo de Kiev y la selección alemana en plena ocupación Nazi de Rusia. El equipo teutón, compuesto de militares se enfrentaba a lo que para ese momento era un equipo menor.

No obstante Alemania necesitaba ganar para debilitar la moral rusa ya que en el plano militar Alemania no lograba aplastar la resistencia soviética. No solo se nombró árbitro del partido a un oficial de la fuerza aérea alemana, sino que el equipo de Kiev (actual Ucrania) fue amenazado: “Si ganan, mueren”. Pero el equipo ucraniano no se amilanó y venció a los nazis 5 por 3. Tras terminar el partido fueron fusilados con las camisetas puestas.

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Volviendo al presente, el reciente desaire que la selección argentina le propinó a la selección israelí, al suspender el partido de fútbol a realizarse en la ciudad de Jerusalén tiene también un valor político, en la medida en que el sentido que los sionistas le encontraban al partido era legitimar su ocupación de Palestina.

No en balde la ministra de Cultura y Deportes de Israel, Miri Reguev, tras la derrota de Argentina contra Croacia, posteó un tuit que decía: “La pelota es redonda. Cuando se trata del pueblo de Israel, quien se mete con ellos, se estrella”.

Un caso del pasado reciente que vale la pena destacar es el del brasilero Sampaio de Souza Vieira de Oliveira, mejor conocido como Sócrates.

El jugador quien vistió la camiseta del Brasil en los mundiales de 1982 y 1986 creó un movimiento llamado “Democracia Corinthiana”. Este se creó en 1982 como consecuencia de la dimisión del presidente del Corinthians tras obtener una serie de terribles resultados. Se trató de un movimiento autogestivo inédito en Brasil y pionero global que proponía que todas las decisiones que afectaban al equipo se tomaban de forma colectiva.

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“Democracia Corinthiana” no solo contribuyó a la democratización del deporte en Brasil, sino que también luchó abiertamente contra la dictadura. Así en el dorso de la camiseta se lucían consignas como “Democracia”, y en referencia a las primeras elecciones de Sao Paulo: “Día 15 Vote”.

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Por Julia Cardozo / Supuesto Negado