CUANDO PENSÁBAMOS QUE YA ERA POLÉMICO, EL PAPA SUELTA ESTAS OTRAS IDEAS POLÍTICAS

Julia Cardozo extrae las ideas más polémicas del Papa Francisco y recuerda por qué mataron a Juan Pablo I.


El Papa que se atrevió a emprender sus funciones ordenando una auditoría al Banco del Vaticano, fue hallado muerto en extrañas circunstancias una madrugada de septiembre de 1978, apenas 33 días después de su elección. Se trata del italiano Juan Pablo I. Su nombre secular era Albino Luciani, y es recordado por algunos como el Papa de la sonrisa.

El argentino Jorge Mario Bergoglio lleva casi cuatro años como máximo jerarca de la Iglesia católica y no hay duda de que ha logrado crearse también una imagen controversial, salvando las distancias.

Recientemente, el diario español El País le hizo una entrevista en la que se exponen sus ideas sobre temas que son, por sí mismos, provocadores.

Francisco, el primer papa latinoamericano, comenzó refiriéndose a los males que aquejan la jerarquía de la Iglesia: “La enfermedad más peligrosa que puede tener un pastor proviene de la anestesia, y es el clericalismo. Yo acá y la gente allá. ¡Vos sos pastor de esa gente! Si vos no cuidás de esa gente, y te dejás cuidar de esa gente, cerrá la puerta y jubilate (…) Una Iglesia que no es cercana [a la gente] no es Iglesia. Es una buena ONG”.

De ese modo planteó su posición dentro del sistema eclesiástico que lleva más de 20 siglos de actividad, y que reúne a más de 1.200 millones de fieles en todo el mundo.

Cuando fue interrogado por sus preocupaciones con respecto a la situación global, sentenció directo: “Estamos en la Tercera Guerra Mundial en pedacitos”.

Seguidamente, pensando en la lógica que rige al orbe, confesó: “Me preocupa del mundo la desproporción económica; que un pequeño grupo de la humanidad tenga más del 80% de la fortuna, con lo que esto significa en la economía líquida, donde al centro del sistema económico está el dios Dinero y no el hombre y la mujer, ¡el humano!”.
Es inevitable recordar que esta misma angustia obsesionó a Karl Marx hace más de 150 años, los tres nutridos tomos de El Capital están allí para demostrarlo.

La conversación declinó, de un momento a otro, hacia la problemática que expresan los inmigrantes y ante la pregunta: “¿Están los gobiernos respondiendo a la altura?”, el Sumo Pontífice reaccionó: “Cada cual hace lo que puede o lo que quiere. Es un juicio muy difícil de dar. Pero obviamente, que el Mediterráneo se haya convertido en un cementerio nos tiene que hacer pensar”.

También acotó: “Cada inmigrante es un problema muy serio. Ellos huyen de su país. Por hambre o por guerra. Entonces, la solución se tiene que buscar allá. Por hambre o por guerra, son explotados (…) África es el símbolo de la explotación. Incluso al darle la independencia algún país les dio la independencia del suelo para arriba, pero se reservó el subsuelo. O sea que son siempre usados y esclavizados”.

En cuanto a la ruta que Trump empezó a trazar en esta materia, el Santo Padre prefirió cuidarse de incurrir en un error diplomático, afirmó que considera preciso esperar y ver cómo se desarrollan los acontecimientos, no adelantarse. Sin embargo, hizo alusión en reiteradas ocasiones a la necesidad que tiene el mundo hoy en “hacer puentes, y no muros”. ¿A buen entendedor, pocas palabras?

Temas como la comunicación y la diplomacia del Vaticano también fueron abordados, el papa Francisco hizo mucho énfasis en la necesidad que ve la Iglesia, a través de su figura, de ser mediadora entre distintos actores del ajedrez mundial, se mencionaron, por ejemplo, “casos como el de Venezuela, Colombia o el de Oriente Próximo que siguen bloqueados”, según palabras del periodista, e incluso China.

El Papa insistió: “La diplomacia vaticana tiene que ser mediadora, no intermediaria”, y remató de modo contundente: “Si, a lo largo de la historia, la diplomacia vaticana hizo una maniobra o un encuentro y se llenó el bolsillo, pues cometió un pecado muy grave, gravísimo”.

Otro comentario del Clérigo que vale la pena reseñar tiene que ver con los llamados “populismos”. Bergoglio hizo distinción entre el populismo como lo entienden en Europa y el que se conoce en América Latina. En el sentido europeo de la palabra, puede hablarse del fenómeno que encarnó Hitler. Pero en Latinoamérica es otra cosa, dijo, tiene otro significado y se evidencia más bien en el “protagonismo de los pueblos”, en los movimientos populares organizados.

No se limitó el Papa sudamericano a recomendar el diálogo y a compadecerse por los pobres de la tierra, que sí lo hizo y reiteradas veces, sino que también se atrevió a emitir opinión crítica sobre asuntos que hoy por hoy determinan el acontecer político-económico global.

Como se dijo al principio de esta nota, Juan Pablo I se reconoce como el Papa de la sonrisa. Está por verse con qué epíteto será recordado el actual pontífice.

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Por Julia Cardozo / SupuestoNegado