El rebusque en su apogeo

La procesión de vendedores de caramelos en el metro, las filas en las agencias de loterías para jugar animalitos y parley, los paquetes de azúcar, leche o café fraccionados en “tetas” cada vez más pequeñas, los avances de efectivo, la persistencia de los bachaqueros, los compra y vende en el Facebook, el asedio brutal de los atracadores y los policías corruptos: bienvenidos a la era del rebusque en que todo el mundo es un buhonero de algo.

En la era del rebusque nadie queda bien parado: ni los comerciantes privados que no dejan de sacarle provecho a la crisis, ni la gente común que le saca ventaja al prójimo, ni el gobierno que, no solo ve violadas a plena luz del día sus muchas regulaciones, sino que es agraviado cada vez que los productos de las bolsas de Clap son vendidos a la luz del día bajo las narices de autoridades civiles y militares.

Gobernar y legislar sobre una situación tan complicada como esta no es sencillo (son actividades que hay que regular y otras que deben prohibirse) pero quizá haga falta un cambio de perspectiva, ver las cosas más desde las dificultades de la gente en la calle y pensar que, tal vez, las energías que se usan en el rebusque pueden encauzarse de una manera mejor y pueden ser uno de los mayores activos de este momento económico siempre que se le dé el chance y los medios a la gente para hacerlo.

En esta edición de Supuesto Negado hacemos una breve y superficial pasada por la economía del rebusque en sus nuevas formas.