Simón Herrera analiza los pasos de Escotet, el dueño de Banesco, desde office boys a amigo de Carlos Andrés.
Juan Carlos Escotet es uno de esos millonarios que uno encuentra en la literatura neoliberal de lo que se considera un empresario “exitoso” en Venezuela. No es poca cosa, su patrimonio se acerca a los 4 mil millones de dólares, cuando hace unos 40 años atrás era un mensajero del Banco Unión.
Este banquero nacido en Madrid, a diferencia de muchos colegas, mantuvo un pie dentro de la política y otro fuera.
Del astuto modus operandi de montarse sobre la ola de la crisis bancaria en los 90, hasta los guiños con el chavismo durante el siglo XXI, el fundador y dueño de Banesco siempre ha sabido sacar rédito de la situación política del país. Incluso hoy, cuando pareciera que la desestabilización es la moneda que paga.
La fórmula del éxito
Cuando Escotet inauguró Banesco Etcheverría, se convirtió en el hombre del momento en España. Los medios lo perfilaron como un salvador para la malograda economía española. Una semblanza publicada por El Mundo lo describió como un banquero que logró su ascenso “alejándose del riesgo”.
Hace 4 años adquirió dos bancos en Galicia y con ello logró dominar el 43% del sector en esa región. Sus negocios también están presentes en Estados Unidos, Panamá, Puerto Rico, República Dominicana, Colombia, Suiza, Alemania, Portugal, Reino Unido y Francia.
Pero ¿cómo crece un banquero entre los años 80 y 90? -considerando que es uno de los periodos más inestables y volátiles de la banca venezolana-. Precisamente, sacando provecho del riesgo y tomando a su paso todo lo que caía a sus pies.
De office boy llegó a ser protegido de Orlando Castro, uno de los hombres pesados del sector, que en los 90 tuvo su parte en la debacle bancaria y terminó huyendo del país. En todas las operaciones de compra que ejecutaba su mentor se encontraba la mano de este economista de la UCAB, postgraduado en la University of Miami. Y acumulando comisiones logró una pequeña fortuna con la que ascendió así:
1986: funda Escotet Valores Casa de Bolsa, una casa de corretaje.
1991: la convierte en Banesco Organización Financiera.
1992: adquiere el Grupo Bancentro, “institución financiera encargada de cobrar y especular con cuotas balón, créditos indexados, altísimos precios de alquileres de bienes inmuebles, rápido flujo crediticio para comercios necesitados de especulación y colocación de títulos de valor en el extranjero”, como describe William Serafino en un artículo de Misión Verdad.
1994: estalla la crisis bancaria en Venezuela y Banesco se convertiría en un receptor de “malas inversiones”. En el 95 Banesco absorbe a 7 entidades de ahorro y préstamo y nace Unibanda Banco Universal.
2001: logra adquirir el Banco Unión y Crédito Unión, que al fusionarse con Unibanca da paso finalmente a Banesco Banco Universal como lo conocemos hoy en día.
En los años 90 las relaciones de amistad con Carlos Andrés Pérez y consultores de “riesgo” como Francisco Faraco (quien manejaba cifras exclusivas del Banco Central de Venezuela) le permitieron a Orlando Castro ascender vertiginosamente en el sector bancario. Escotet aprendió bien de su mentor y mantuvo esos vínculos con los gobernantes de la cuarta. Rafael Caldera, como buen socialcristiano, abordó la crisis bancaria salvando a las instituciones en desgracia y permitió, a la sombra de la Sudeban, fusiones y adquisiciones a los mejores postores.
Y así Escotet, luego de 14 fusiones durante los 90, logró construir el banco privado más poderoso del país y, a su vez, los fondos de venezolanos que acumuló en la década del 2000, sobre todo gracias a la fuga de divisas, le permitieron expandirse internacionalmente. Coquetear con el riesgo –de otros, por supuesto- ha sido la fórmula “del éxito” de este banquero, como bien lo reconfirmó hace poco en Galicia.
¿De buenas con el chavismo?
La lección aprendida en los 90 rindió frutos y entrado el siglo XXI ha sido llevada a su máxima expresión. Escotet, sus empresas y sus similares, por sencillo concepto histórico son enemigos de la Revolución, del pueblo y del Gobierno. Sin embargo, el dueño de Banesco nunca ha expresado públicamente hostilidad hacia el proceso revolucionario y, al contrario, sus negocios han seguido en franca expansión.
De hecho, es famosa la anécdota de una reunión que se dio entre Hugo Chávez y el banquero en Miraflores, una madrugada del año 2008. “No le temo al socialismo mientras la empresa privada pueda desarrollarse”, afirmó Escotet aquella vez.
Sin embargo, la desestabilización también rinde frutos para la empresa privada. Sobre todo cuando el golpe es financiero. En el pico de la práctica del raspado de cupos, Banesco abrió flamantes agencias en Panamá y República Dominicana y proliferaron puntos de venta Banesco para el disfrute y goce del cupo raspado.
Y ahora, más recientemente, parecen tomarse de la mano con DolarToday: la apertura de cuentas en divisas es a la tasa de Cúcuta, y allí es un requisito el uso de cuentas Banesco para las transacciones en bolívares/pesos.
¿Cuál es el juego de Escotet? Seguir acumulando riqueza, por supuesto. Ese es el único credo válido en el capitalismo.
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Por Simón Herrera /Supuesto Negado