¿En Europa hay más desigualdad entre políticos y pueblo que Venezuela?

Hace tiempo que Europa dejó atrás los tiempos de la pobreza extrema como la que vemos en los cuentos de Dickens o en las viejas fotografías. Los europeos rara vez viven en tugurios o pasan hambre e incluso su concepto de ser pobre es completamente distinto al que tenemos en el tercer mundo.

Pero eso no quiere decir que no haya desigualdad o precariedad en Europa. Que no sea difícil llegar hasta el fin de mes.

Por el contrario estas tienen muchos años incrementándose, sobre todo desde la crisis de 2008. Se habla de una brecha gigantesca entre el 1 % más rico y el resto de la sociedad, de estancamiento de los salarios, de precariedad laboral, de impuestos injustos que financian a los poderosos y de muchos problemas que en países como Francia han resultado en el surgimiento de los Chalecos Amarillos cuya agresividad, como es de esperarse, no es gratuita.

Desigualdad

Como es común que los dirigentes políticos tengan un estándar de vida mucho más alto que la gente que dicen representar, la cuestión de la desigualdad se ha planteado en Europa como una preocupación no solo por la corrupción sino por los privilegios de los políticos y funcionarios.

Claro que esto cambia de país en país: mientras que en Suecia o Islandia un primer ministro, diputado o juez usa el autobús como cualquier hijo de vecina en otros países el tren de vida de políticos y jefes de estado es mucho más ostentoso y las sospechas de corrupción mucho más grandes.

Italia y España son de los países donde la corrupción, privilegios y ostentación de los gobernantes son más evidentes. Mientras políticos como Berlusconi tienen la excusa de que son empresarios otros, como el presidente del Gobierno de España Mariano Rajoy, han sido objeto de sospechas y escándalos no solo por su cercanía con corruptelas y malos manejos como los de la “libreta de Bárcenas” y otros relacionados con el desastre inmobiliario de 2008 sino por lo elevado de sus salarios.

El efecto Rajoy

El problema de los salarios de Rajoy es recurrente. En 2013 se reveló que en plena crisis se subió el mismo el sueldo que recibía como presidente del PP en un 25 % cosa que cayó muy mal ya que las empresas españolas los estaban recortando y se sospechaba que había recibido sobornos de hasta 25.000 euros.

Además se había resistido a subir el salario mínimo y había justificado las diferencias de salario entre hombres y mujeres. Definitivamente ese no es su tema. Cada vez que, acosado por el público, revelaba su salario –que para 2018 era de 78.00 euros– generaba un escándalo nuevo en un país donde el mínimo es de 800 euros y el promedio de 1.500.

Claro que el nivel de vida y el poder de compra son muy superiores que a un país del tercer mundo pero eso no quiere decir que los españoles estén en un lecho de rosas ni que se pregunten cómo se justifican semejantes ingresos de los funcionarios que han conducido al país por la peor crisis de su historia.

La exigencia de transparencia en España trascendió a España y en Europa en los últimos años han conseguido hacer públicos los sueldos presidentes, primeros ministros, diputados, parlamentarios europeos y otros cargos.

Con eso se ha descubierto que Rajoy está en la parte más baja del ranking de los líderes europeos: lidera la carrera Ángela Merkel con 225 mil euros, Teresa May la sigue con 183 mil y Macron con 179 mil.

Los jefes de gobierno del sur de Europa están muy lejos de los números de Merkel pero sus políticos no están libres del escándalo. Por ejemplo, los diputados italianos son los que más cobran, alrededor de los 167.000 euros al año, más que los alemanes que ganan 120.000, los franceses con 85.000 o los británicos con 95.300.

Del salario al soborno

En Venezuela la cuestión de los privilegios de los funcionarios que, teóricamente, son empleados de la gente común aparece multiplicado por el de la corrupción. Particularmente porque el tomar cualquier cargo de dirección parece una forma segura de acumular una fortuna.

Desde hace un par de años una larga fila de funcionarios públicos venezolanos han sido investigados o capturados en el exterior acusados de haber amasado fortunas enormes con dinero público. Y estas no son fortunas moderadas o grandes, son enormes fortunas que se acumularon y que encendieron las alarmas en muchos países.

El caso más conocido es el de Alejandro Andrade, ex tesorero de la república quien ya confesó a la justicia de EE. UU. haber recibido sobornos por más de 1000 millones de dólares. No menos desaforado es el caso de Nervis Villalobos quien solo del empresario Duro Felgeira recibió sobornos de más de 100 millones de dólares. Claudia Patricia Díaz, ex enfermera de Chávez, capturada en España a solicitud del gobierno venezolano tiene un apartamento de 1.8 millones de Euros en Madrid y, aparentemente, una fortuna en Panamá que, según algunos, llega a 2 mil millones de dólares.

Si en Europa, donde no se pasa hambre y el salario más bajo roza los mil euros, aún así  la desigualdad entre gobernantes y gobernados es tan grande, el lector puede “sacar la cuenta” de cuán grande es en Venezuela donde el salario mínimo de 18.00 bolívares equivale a menos de seis dólares.

Solo digamos que la subasta de los amados caballos de Alejandro Andrade dejaron 1.2 millones de dólares. Amárrese ese trompo en la uña.

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Por Fabio Zuluaga / Supuesto Negado